Con la 2ª Guerra Mundial y una economía claudicante, legado de la Guerra Civil, se torna irrisorio traer a España los rendimientos de los bienes de la familia en Chile: la moneda española se encuentra muy devaluada. Alejo, su madre y su hermano deciden irse a América del Sur. Llegan primero a Buenos Aires, un verdadero refugio de paz y abundancia.
En Santiago de Chile se instalan por dos años. Allí Alejo se hace conocido y empieza a recibir encargos de retratos y en noviembre de 1943 expone en el Salón Nacional, en el Palacio de Alhambra.
En 1944, de regreso a Argentina, el joven pintor es cada vez más conocido y los retratos se multiplican. El convive con varios artistas y conoce a su futura esposa, Tilda Thamar,una actriz del cine argentino. Es una época feliz y optimista.
Otros encargos se suceden y Alejo se autodefine como retratista.