Felipe Bertrán Güell, contrapariente de su padre, encarga a Alejo una serie de retratos en tinta china para ilustrar un libro de historia contemporánea.
Fernando Rivière, su tío y próspero industrial encarga retratos de su familia en carboncillo y al óleo.
A los veintidós años años, Alejo hace retratos de los hijos, sobrinos y amigos de la familia Güell, lo que le permite organizar su primera exposición, en la galería Zinco de Barcelona.